Las plantas autóctonas evolucionaron en suelos locales, lo que significa que no necesitan grandes cantidades de fertilizantes para desarrollarse adecuadamente. Esto disminuye la utilización de productos químicos y sus posibles efectos contaminantes en los mantos freáticos o cuerpos de agua cercanos. Un entorno con bajo uso de fertilizantes también favorece una mayor salud del suelo y la presencia de organismos benéficos, clave para mantener el equilibrio ecológico en los jardines urbanos y asegurar su sostenibilidad a largo plazo.
El mantenimiento de un jardín de plantas nativas es notablemente más sencillo que el de otros tipos de jardines. Estas especies requieren menos poda, menos control de plagas y menos intervención humana para mantenerse saludables y atractivas. Esto es ideal para personas con poco tiempo disponible o para proyectos comunitarios en los que el ahorro de recursos y energía es prioritario. Un mantenimiento simplificado incentiva la adopción de más jardines en las ciudades, ayudando a crear áreas verdes accesibles y agradables para todos.
Los jardines urbanos con plantas nativas pueden mejorar significativamente la calidad del aire. Estas plantas suelen captar polvo, filtrar contaminantes y liberar oxígeno al ambiente, creando microclimas más frescos y saludables. Al reducir la cantidad de insumos químicos y promover la cobertura vegetal, se incrementa la purificación del aire en zonas urbanas, beneficiando tanto a sus habitantes como al equilibrio ecológico general de la ciudad.